Soneto:
Tengo una gran mansión, opaca y decadente,
en la que he padecido una pena infinita,
condenada a la noche mi negra alma maldita
y a los fríos inviernos de roja sed ardiente.
Tengo una gran mansión, opaca y decadente,
en la que he padecido una pena infinita,
condenada a la noche mi negra alma maldita
y a los fríos inviernos de roja sed ardiente.
La oscuridad sombría de esta región ausente
a los hombres aterra y a las fieras irrita,
porque mi ser errante de noche necesita
el cálido alimento que mana de su fuente.
a los hombres aterra y a las fieras irrita,
porque mi ser errante de noche necesita
el cálido alimento que mana de su fuente.
La vida aquí es tristeza, es soledad y espanto,
es el rumor del viento y el frío de la nieve
que, perpetua y blanquísima, resplandecey perdura sin mácula.
Por eso hace seis noches que ya no me levantoes el rumor del viento y el frío de la nieve
que, perpetua y blanquísima, resplandece
y la siete es la última y será la más breve,
porque me muero al fin
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