Informarse cuesta, y ése es el precio de la democracia.
La revolución tecnológica, dicen; La Sociedad de la Información y de las Comunicaciones.
Si pensamos cómo era nuestra vida hace unos años, vemos que en general no es radicalmente distinta porque hallamos descubierto algo en un libro, en una conversación, en una vivencia...
Nuestras vidas cambian hoy por la tecnología: en eso de distingue nuestra vida diaria en el lapso de los años.
Pero, en general, los mass media no son máquinas de producir información, sino de reproducir los acontecimientos. Una cosa es la información y otra la formación, lo que nos capacita realmente para comprender. El paradigma es la televisión, que no nos pretende hacer entender un acontecimiento sino asistir a él.
Como dice Ignacio Ramonet un solo ejemplar del New York Times contiene más información que la que durante toda la vida podía adquirir una persona del s. XVII.
El proyecto humanista de leerlo todo y saberlo todo, incluso dentro de un campo determinado del saber, es ilusorio e inasequible. La información, que siempre ha sido díficil y costosa, es ahora superabundante y no deja de fluir y de manar por todo el planeta y en todos los ámbitos del conocimiento.
El exceso de información genera dos consecuencias: Superficialidad y Ruido. La gente, nos conformamos una opinión sobre todo y sobre cualquier cosa (la de la opinión pública), pero superficial en el mejor de los casos; el resto es, en el peor de ellos, ruido. Ruido de fondo, rún-rún.
La saturación de canales por los que recibimos y podemos recibir información es ilimitada: TV, radio, prensa escrita, SMS, e-mail, blogs, listas de correo, e-news, boletines, páginas web en general...
El esfuerzo de selección es hercúleo: cribar es el reto diario.
La saturación es la forma contemporánea de la censura.
Sucumbo ante la avalancha de datos, dossiers, papers, rss-feeds...
Revisar estos canales cada día consume mucho tiempo. El tiempo se va en los clicks de enviar cosas a la papelera.
La primera víctima de la "ERA DE LA INFORMACIÓN" es la VERDAD.
Everything is connected with everything else. However, for every single truth (or assumed as verity), there is a "transversal" one. All these transversal truths constitute the contradictions of modern life.
Tuesday, May 16, 2006
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